Aprender a leer las claves

Percibir los estados emocionales de los más pequeños a veces no es fácil, sobre todo cuando se ven desde la perspectiva como padres. Los niños experimentan un cúmulo de emociones cuando desarrollan sus actividades diarias, desde ir al colegio, comprar en el supermercado o ir al parque un domingo.

Uno de los trabajos más complicados como padres es aprender a leer sus estados emocionales, ya que muchas veces es algo complicado al verse mezclado con las propias emociones de los padres. Esta lectura del estado emocional es fundamental para poder empatizar, y poder actuar en el caso de emociones disfuncionales, para modificar esa emoción o la situación que lo está generando.

Un elemento fundamental para poder leer esas claves sutiles que manifiestan los más pequeños y nos permiten descifrar su estado emocional es desconectar el piloto automático al que tenemos sometida nuestra atención. Ese piloto automático atencional no solo nos limita para percibir el estado emocional de otras personas, entre ellas los más pequeños, sino también nuestras propias emociones. A veces puede ocurrir que estemos tristes o enfadados, y esas emociones nos cieguen a la hora de percibir el estado de tristeza de un hijo, que, aunque sea coherente con el nuestro y de forma automática consideremos normal, es posible que no sea funcional en ese momento determinado o no estemos percibiendo la situación que lo está provocando. Del modo contrario puede ocurrir que una emoción positiva de alegría no nos permita observar un estado de tristeza en un niño.

Otro elemento es hacer el esfuerzo de ver más allá de la conducta manifiesta, esto es algo que hacen muy bien nuestros mayores al cuidar de los más pequeños. Ven mucho más profundo de lo que perciben, en parte porque para ellos los nietos no son una responsabilidad sino más bien una satisfacción. Esto los mantienen en una posición relajada donde es más fácil observar estas pequeñas claves que a veces tanto nos cuesta detectar.