El eterno debate ¿es necesario o no mentir?

Por mucho que nos duela, somos mentirosos por naturaleza…Desde un piropo (dicho por educación) hasta la excusa inventada para librarse de un reproche, todo el mundo, en algún momento del día, dice algo que no es totalmente cierto. De hecho, dirá uno o dos embustes antes de que pasen 24 horas. Al menos, es la conclusión ala que llega la psicóloga Claudia Castro Campos en su Estudio cognitivo de la mentira humana para la Universidad Autónoma de Nuevo León (México). Para no faltar a la verdad, lo cierto es que esas mentiras incluyen las grandes y pequeñas, graves y leves, esas que apenas tienen unos minutos de vida. Pero, detrás de todas, tanto las que elaboramos minuciosamente como las que soltamos sin filtro, hay un motivo que nos ha llevado a transformar la realidad a nuestra conveniencia.

La mayoría de las personas miente en promedio por lo menos una o dos veces al día.  Esta capacidad de mentir parece ser parte integral del desarrollo de una persona a través de la vida.  Desde muy temprano, en la infancia, entre los 2 y 5 años, los niños desarrollan estrategias de engaño y una comprensión de la verdad de tal manera que intentan crear una falsa creencia en otros. Menos conocido es el desarrollo de la habilidad para detectar mentiras.

La detección de la mentira es un proceso complejo influido por variables como la edad, el sexo, la experiencia del detector de la mentira, etc. En general, el éxito para determinar el acto de mentir es sólo de 50%.  Este porcentaje tan bajo parece cumplirse tanto para personas no entrenadas como para la mayoría de los profesionales del campo de la mentira.  Estos hallazgos han generado debates acerca del rol que juega la experiencia en la capacidad para reconocer el engaño. Entonces, si en realidad la experiencia tiene efecto en el reconocimiento de la mentira, el factor edad debería producir diferencias en dicha capacidad (medido por variables de exactitud y discriminación) en situaciones experimentales controladas. Dado lo anterior, en esta investigación se consideró un análisis comparativo por edades en la capacidad de detección de mentira.

http://elpais.com/elpais/2015/09/14/buenavida/1442231208_621902.html