¿Por qué comemos más de lo que necesitamos?

Necesitamos aportar alimentos a nuestro cuerpo para disponer de energía necesaria para todos los procesos vitales: restaurar los órganos y tejidos dañados; hacer posible la digestión; mantener la temperatura corporal, etc.

En otras palabras, tenemos que comer para vivir. Nuestro cuerpo es muy inteligente y cuando detecta las disminuciones de los niveles de glucosa en la sangre, nos mueve a buscar el alimento. Por lo tanto, el hambre motiva nuestra conducta de comer y los alimentos tienen un gran poder de incentivo. Esto significa que la comida puede reforzar cualquier tipo de conducta y, por supuesto, la propia conducta de comprar, cocinar y comer.

Asimismo, si experimentamos la frustración en la consecución de otras metas, no relacionadas con el hambre, tales como, la sed, la falta de sueño, las insatisfacciones amorosas, las relaciones con los demás, los problemas laborales o los económicos, podemos acudir erróneamente al alimento para satisfacer estas frustraciones. Esto resulta plausible, ya que en las sociedades occidentales tenemos un acceso a los alimentos mucho más fácil y rápido que a la resolución de problemas económicos, relacionales o laborales.

También podemos no darnos cuenta de que, simplemente, tenemos sed o sueño. Además, el refugio de la comida proporciona un alivio, casi momentáneo, de esas frustraciones. Pero tiene un problema, no proporciona la consecución de las metas insatisfechas y refuerza cada vez más el comer como solución para el alivio de malestar.

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