PADRES E HIJOS

Educar es difícil y aún más en la sociedad actual, por  la velocidad con la que vivimos y la exigencia en el trabajo, así como las diferentes tareas y obligaciones de casa o familiares, lo cual dificulta a los padres educar a los niños de forma sana y equilibrada emocionalmente. Las tecnologías en nuestra vida diaria promueven la necesidad de un estímulo constante, incitando al consumo y dañando la comunicación entre padres e hijos. Todo nos lleva a estar inmersos en una rueda sin salida: a realizar más trabajo para satisfacer este consumo, y es entonces cuando la expresión de la afectividad se hace realmente muy difícil.

Para transmitir a nuestros hijos valores positivos y prácticas enriquecedoras para su vida, hay que liberarse de las cargas del pasado, nos aferraremos a lo que nos han transmitido como lo único válido, y lo pasaremos a la siguiente generación sin  aportar nada propio, eso supone que realmente no hemos aprendido nada.

Es fundamental  auto-observar nuestras  respuestas ante las situaciones de la vida, para tomar conciencia de nuestra “irrealidad” que se mide por la distancia  entre nuestro pensamiento (parte racional-adulto/a) y nuestro sentimiento (parte emocional-niño interior).

Es imprescindible abrirnos a aprender de nuestros hijos, desde la humildad, en lugar de defender nuestra posición para convencerlos de lo que deberían hacer. Estimular a que se expresen, todos los miembros de la familia pueden buscar juntos la solución de un problema. El autoritarismo de los padres aleja a los hijos del núcleo familiar.

No debemos quedarnos con la respuesta verbal, aprender a separar el contenido emocional del verbal y conectar con los sentimientos de nuestros hijos. ¿Qué me llega de mi hijo cuando me habla? Cuando me dice: “Ya no te quiero”, realmente podría ser una llamada atención de necesidad de atención y tiempo.

Se ha de intentar conectar con nuestro propio niño/a interior a través de nuestros hijos. Ellos son la manifestación más próxima a nosotros sobre el niño que un día fuimos y que necesita que lo amemos continuamente, lo aceptemos y le demos el afecto y la comprensión que necesitábamos en nuestra niñez.  No podemos dar a los demás lo que no sabemos o no podemos darnos a nosotros mismos.