¡¡¡Otra de niños!!!

Actuaciones “psico-LÓGICAS” que hacían nuestros padres y hemos olvidado aplicar  a nuestros hijos.

La alimentación, los buenos modales, los estudios y la realización de las tareas domésticas son las cuatro grandes cuestiones en torno a las que giran la mayor parte de las discusiones familiares. Los hijos siempre nos van a plantear situaciones difíciles que nos sacan de nuestra tranquilidad, de nuestra zona de confort. Lo primero que hay que ver es si esa rabieta es algo puntual o está ocurriendo con frecuencia. También hay que tener en cuenta la edad del niño: no es lo mismo una rabieta a los dos que a los 10 años”, la buena noticia es que se trata de un mal común. Y la mejor, que es (o debería ser) temporal y puntual.

Puede que esté pensando que eso suena muy bonito en teoría, pero difícil en la práctica. Todo es cuestión de hacerlo bien. Aunque el castigo continuado repercute en una baja autoestima (al niño se le está mandando una imagen negativa de él, como si todo lo que hace, lo hiciera mal), sí existen castigos que funcionan. Yo prefiero llamarlo ‘consecuencias’ en vez de castigos, pero sí, funcionan y estarán siempre bien aplicados si vemos que mejora el comportamiento. Para que funcionen tenemos que conocer a nuestros hijos y saber qué les gusta y motiva (su talón de Aquíles, donde son vulnerables o sensibles) para que cuando hagan algo mal podamos aplicar la consecuencia adecuada en base a eso”. Este documento aborda cinco situaciones concretas con las que usted seguramente habrá tenido que lidiar, y expertas en psicología infantil y juvenil explican cómo gestionarla.

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