Y EN CASA…QUIÉN MANDA?

Los trastornos del comportamiento en los menores cada vez son más frecuentes, y, en concreto, el maltrato hacia los padres, conocido como el síndrome del emperador o del pequeño dictador o tirano.

Este problema se caracteriza por un comportamiento agresivo (verbal o físico), y/o conductas desafiantes o provocadoras de ira en los padres y de violación de las normas y límites familiares; asimismo suelen presentar un alto nivel de egocentrismo, junto con una baja tolerancia a la frustración, empatía y autoestima.

Si bien es cierto que la ausencia de límites o un estilo educativo basado en atender todas sus peticiones son factores que pueden facilitar su aparición, es de vital importancia corregir la idea errónea de que la culpa es de los propios padres, no sólo porque puede generar obstáculos en el tratamiento, sino porque este tipo de violencia suele ser selectiva y no una constante de la personalidad, es decir, los menores pueden tener este comportamiento en la familia, y una conducta impecable en la escuela.

¿Cuáles son las razones?

Muchos padres se preguntan que han hecho mal, que ha ocurrido, que ha fallado… Los expertos señalan innumerables causas genéticas, familiares y ambientales que ayuden al desarrollo de este síndrome.

Algunos expertos consideran que ha habido un abandono de las funciones familiares, sobreprotección, hábitos familiares determinados por la escasez de tiempo, ausencia de autoridad, permisividad y, sobre todo, falta de elementos afectivos, como la calidez en la relación con los hijos.

Sin embargo, para otros expertos, aspectos familiares o sociales, como la permisividad o la ausencia de autoridad, no son suficientes para explicar este fenómeno.

Se tiende a culpar a los padres de este tipo de conductas por ser demasiado permisivos y protectores con sus hijos; aunque, también, influye el ambiente porque hoy los niños viven en una sociedad consumista, individualista y que prima el éxito fácil y rápido por encima de todo.

Dificultad para desarrollar emociones

Estos niños “son incapaces de desarrollar emociones morales (como la empatía, el amor o la compasión), lo que se traduce en dificultad para mostrar culpa y arrepentimiento sincero por las malas acciones”.

“La familia y la escuela han perdido la capacidad de educación, y esto favorece que chicos con esta predisposición, que antes eran mantenidos por la sociedad, ahora tengan mucha más facilidad para exhibir la violencia”. Podríamos decir que el elemento decisivo son “las carencias más o menos claras en la adquisición de competencias personales”, agudizado por el hecho de que “el hijo ideal de los padres está en franca contradicción con los hijos sociales ideales definidos por la sociedad de consumo”.

La importancia de los medios en este factor es clave: “La televisión enseña valores muy hedonistas y consumistas y dificulta el aprendizaje del autocontrol, es decir, la capacidad de esforzarse por renunciar a cosas inadecuadas y para perseguir metas que requieren esfuerzos. Los hijos tiranos ven en los medios muchas conductas y metas que son coincidentes con lo que ellos desean: pasarlo bien y hacer lo que quieran sin que nadie les obstaculice”.

Detectar síndrome del emperador desde el colegio

La detección a tiempo fundamental. Si se detecta a tiempo, y con el adecuado tratamiento psicoeducativo, la situación puede ser remediada. Para ello, es necesario que la familia al completo colabore y se preste al tratamiento, participando con los profesionales adecuados

La única forma de eliminar estas conductas es con tratamiento especializado, tanto del niño como de la familia.

Características de los niños con el síndrome del emperador

Nos referimos con este nombre a niños que presentan una gran parten de las siguientes características como:

  • Se siente tristes, enfadados, y/o ansiosos.
  • Sentido exagerado de lo que les corresponde y esperan que los que están a su alrededor se lo proporcionen.
  • Baja tolerancia a la incomodidad, especialmente si es causada por la frustración, el desengaño, el aburrimiento,o la negación de lo que han pedido; entonces, la expresan con rabietas, ataques de ira, insultos y/o violencia.
  • Presentan escasos recursos para la solución de problemas o afrontar experiencias negativas.
  • Están muy centrados en sí mismos y creen que son el centro del mundo.
  • Suelen tener una autoestima baja.
  • Carecen de empatía. No pueden, o no quieren, ver la manera en que sus conductas afectan a los demás.
  • Piden hasta el extremo de la exigencia. Una vez conseguido, muestran su insatisfacción y vuelven a querer más cosas.
  • Les es muy difícil sentir culpa o remordimiento por sus conductas.
  • Discuten las normas y/o los castigos con sus padres a quienes consideran injustos, malos, etc. Pero comportarse así, les compensa ya que ante el sentimiento de culpa inducido, los padres ceden y otorgan más privilegios.
  • Buscan las justificaciones de sus conductas en el exterior y culpan a los demás de lo que hacen, por tanto, esperan que sean los otros quienes les solucionen sus problemas.
  • Buscan constantemente atención, y cuanta más se les da, más reclaman. Exigen atención, no sólo de sus padres, sino de todo su entorno.
  • Les cuesta adaptarse a las demandas de las situaciones extra familiares, especialmente en la escuela, porque no responden bien a las figuras de autoridad ni a las estructuras sociales establecidas.