¿A que nos referimos cuando hablamos de psicopatía?

En el día a día es común encontrarnos con personas que emplean el término «psicopatía» o «psicópata» de forma apresurada y con una clara connotación peyorativa, pero ¿se conoce verdaderamente qué es la psicopatía?

Se ha intentado definir la psicopatía de diversas formas, pero aún no existe una conceptualización concreta con la que se esté completamente de acuerdo. Sin embargo, se coincide en la existencia de una serie de características comunes en los psicópatas, como puede ser la ausencia de miedo, de remordimiento o culpa, la ausencia de nerviosismo, el egocentrismo patológico, la manipulación, la inexistencia de vinculación emocional, las capacidades intelectuales y cognitivas normales, etc.

No está claro si estas características comunes de los psicópatas son debidas a factores biológicos, ambientales o una interacción entre ambos (¿psicópata se nace o se hace?). Es por ello que, hoy en día, esta pregunta carece de una respuesta consensuada.

Estudios realizados con neuroimagen muestran la existencia de anormalidades en las estructuras cerebrales de los psicópatas; estas anormalidades cerebrales pueden estar relacionadas con la incapacidad de desarrollar el control emocional y las respuestas condicionadas al miedo; también con los déficits en el procesamiento de señales emocionales de otras personas. A pesar de estos hallazgos, no se debe dejar de lado la importancia que tiene el factor ambiental en el aprendizaje de las personas; y es que diversos estudios han encontrado que el hecho de haber vivido momentos traumáticos en la infancia o adolescencia está estrechamente relacionado con la “presencia” de psicopatía y conductas antisociales.

Es por ello que, a pesar de que la investigación continúa en desarrollo, la etiología más probable parece ser la producida por la interacción entre factores biológicos y factores ambientales.

No es ningún secreto el hecho de que los términos psicópata y asesino en serie están estrechamente relacionados y se utilizan casi como sinónimos en el argot popular. La creación de este vínculo entre ambos términos ha sido, en gran parte, gracias a las películas de Hollywood, los libros de novela negra y Netflix. Pero realmente esto está muy lejos de ser así, ya que existen psicópatas que no son asesinos y asesinos que no son psicópatas, es decir, ni todos los psicópatas son delincuentes, ni todos los delincuentes son psicópatas.

Antes de acabar, es importante resaltar el hecho de que psicopatía, sociopatía y trastorno de la personalidad antisocial (TPA) son constructos clínicamente diferentes y que, aunque comparten criterios, se debe marcar diferencias entre ellos. La diferencia principal entre psicopatía y sociopatía es que, en la sociopatía sí existe la capacidad para la empatía, el arrepentimiento y la lealtad, pero únicamente con personas del entorno más cercano; mientras que en la psicopatía estas capacidades no se dan con ninguna persona. Además, aunque esto no está del todo claro, parece que la etiología de la sociopatía está más relacionada con factores ambientales y sociales que con anomalías cerebrales.

Entre TPA y psicopatía también existen diferencias. Mientras que en el TPA, la base del diagnóstico son los patrones de conductas delictivas y antisociales, en la psicopatía se tiene más en cuenta factores interpersonales y emocionales. Es por ello que, entre todos los trastornos de la personalidad, el TPA es el que está más vinculado con conductas criminales.

En cuanto a la intervención con personas con psicopatía, se podría afirmar que no existe un tratamiento eficaz para estas personas, ya que no hay nada que tratar. Es tal la cuestión que, Candice Skrapec, investigadora y profesora en el Departamento de Criminología de la Universidad Estatal de California, afirma:

«Si alguien encuentra un método eficaz para rehabilitar a un psicópata, debe darlo a conocer. Seguramente obtendrá un premio Nobel.»