Adicción a los videojuegos y confinamiento

Con el confinamiento se han dado unas circunstancias propicias para favorecer la adicción a los videojuegos en los más pequeños. Tanto las adicciones con sustancias (alcohol, drogas, etc,) como sin sustancias (juegos de azar, compras, videojuegos, etc,) guardan una serie de similitudes como son:

  1. La modificación del estado ánimo
  2. La tolerancia que vendría a ser la necesidad de aumentar la dosis para conseguir el efecto deseado.
  3. La abstinencia como el deseo de tener que “consumir” para satisfacer un estado de malestar derivado de la privación.
  4. El conflicto referido a diferentes áreas del “consumidor” como pueden ser los estudios, el trabajo, la familia, etc.
  5. La recaída

Sin entrar en cuestiones diagnósticas, se podría decir básicamente que en la adicción a los videojuegos debería darse un patrón persistente de participación en el juego durante muchas horas y que conllevarían un malestar y/o deterioro significativo en determinadas áreas del paciente.

¿Por qué es tan adictivo un determinado videojuego? Para responder a esta pregunta es interesante analizar cómo se genera la adicción al videojuego. Realmente la adicción no la genera el juego en sí, sino la forma que tiene de presentarnos los estímulos, sería algo parecido a confundir la adicción al alcohol con la adicción al vaso. La mayoría de videojuegos que presentan un potencial adictivo importante siguen un patrón que se utiliza mucho en los juegos de azar, y es el denominado “loot boxes”, o cajas con botín en español. Este sistema también usado en casinos, tragaperras, etc, consiste simplemente en seguir un patrón de presentación de estímulos que generan una respuesta en el usuario. Esta forma de condicionar nuestra respuesta ante los estímulos que nos muestra el videojuego no es muy diferente a como se enseña a un perro a darnos la pata. Otra de las características potencialmente adictiva de los videojuegos es la de realizarse en línea junto a muchos más jugadores, favoreciendo la motivación por jugar más. Por lo tanto, y dejando a un lado cuestiones éticas, estos sistemas de mantener la atención de los jugadores hacia el juego, sumado a la escasa capacidad de autorregulación de un cerebro en desarrollo como es el de un niño, puede tener unas consecuencias muy serias.

Durante el confinamiento se da un entorno ideal para que se produzca una adicción a los videojuegos. Niños que pasan mucho tiempo en casa, con escaso control de los padres, y viviendo una situación que si ya crea ansiedad y malestar en los adultos no va a ser menos en los más pequeños, para hacernos una idea, es como encerrar en un sitio a alguien por algo de lo que no es responsable ni controla y rodearlo de algo adictivo.