Adolescentes y pandemia

En las últimas semanas a las consultas de los psicólogos nos están llegando un numeroso volumen de padres de hijos adolescentes preocupados por el estado emocional de sus hijos.

‘Mi hijo antes era un chico que se reía a todas horas y pasaba tiempo con nosotros, ahora se pasa el día en el cuarto, no se relaciona con la familia y está siempre muy enfadado’.

‘No sé qué le pasa, se pasa el día llorando, no me cuenta nada. Solo quiere estar sola en su habitación’.

‘Solo le veo contento cuando la veo salir de clase son sus compañeros’.

‘Parece que ha vuelto a hacerse pequeño, tiene conductas que no tenía desde que cumplió los 7 u 8 años y llora mucho’.

¿Os suena? ¿Estáis observando estos cambios disfuncionales en vuestros hijos e hijas adolescentes? Todas estas conductas y batiburrillos emocionales no son más que la mezcla de un estado evolutivo normal con los efectos de las restricciones por la pandemia.

Debemos tener en cuenta que, en la etapa de la adolescencia, el cerebro se prepara para la vida adulta. Es naturalmente necesario que los niños empiecen a distanciarse de sus padres y se vuelvan más independientes, ya que necesitan aprender a desenvolverse solos, a saber, quienes son y qué quieren en sus vidas.

Por ello, también surgen nuevas figuras de apegos como son los amigos y las parejas. Durante esta época, tratamos de encajar en un grupo de iguales donde sentirnos seguros y aceptados. Buscamos con ellos saciar necesidades como la diversión, el compañerismo, la aceptación o las sexuales. Durante este periodo, los amigos son casi tan importante como los padres para el desarrollo social-afectivo de los adolescentes.

¿Y qué está pasando? Que nuestros adolescentes están viendo coartados sus lazos de amistad, pareja e independencia debido a las restricciones de la pandemia. Cuarentenas, toques de queda, clases on-line…cuanto más necesitan probar experiencias nuevas, pasar tiempo con sus iguales, experimentar con el amor y la sexualidad, etc., se ven encerrados en casa, sin posibilidad de salir o salir de una forma muy limitada, pasando casi las 24 horas solos o con sus padres y con internet como única vía de escape y comunicación con el exterior. Las rutinas se disipan y la desmotivación aparece, así como pensamientos intrusivos que hacen que se sientan más solos, más incomprendidos y más agotados.

Aunque ahora las restricciones son algo más flexibles que al principio de la pandemia y van cambiando según el grado de contagios de cada provincia o municipio, los efectos empiezan a aparecer ahora y el constante cambio de normas más la preocupación por el qué pasará mantienen el problema e incluso lo empeora.

¿Qué podemos hacer?

Sobre todo, mucha paciencia y comprensión para los adolescentes. Tenemos que entender que están pasando por una situación difícil. No pueden apenas disfrutar de unos años que no van a volver nunca, en los que necesitan estrechar lazos con otras personas fuera de la familia. No tenemos mucho control sobre la situación más allá de cuidarnos lo mejor posible, pero aquí tenéis unas sugerencias para acompañar a nuestros adolescentes de la mejor manera posible durante este periodo:

  • Respetar las emociones de los adolescentes. Igual que los adultos, los menores tienen derecho a estar tristes, enfadados y estresados. Evitemos frases y exigencias como ‘Tienes que estar feliz’, ‘Tienes de todo, deberías estar contento’ o ‘Déjate de tonterías, es que eres un flojo’.
  • Tratemos de dejar que se expresen, escuchémoslos. No siempre quieren hablar con nosotros, pero siempre tienen necesidad de ser escuchados. Simplemente hazle saber que estás ahí para cuando necesite desahogarse o hablar.
  • Flexibilizar las normas y los límites para que, dentro de las posibilidades que nos ofrezca la pandemia, puedan mantener cierto contacto con sus amigos y parejas.
  • Debemos darles responsabilidades. Su habitación, su ropa, su cuarto, sus mascotas y algunas tareas de la casa deben ser responsabilidad suya. Necesitan motivaciones y sentirse útiles.
  • Proponedles actividades para hacer en familia como la cocina, juegos de mesa o videojuegos, actividades creativas, etcétera.

Si las dificultades persisten y/o empeoran, la consulta con uno de nuestros psicólogos puede ayudar a tu hijo o hija a sobrellevar el malestar derivado de la pandemia.